La semana pasada se detuvo a un hombre en el puerto de entrada de San Ysidro después de que los agentes fronterizos encontraran 59 serpientes y lagartos vivos escondidos en su ropa.
Aunque José Manuel Pérez supuestamente explicó que los reptiles eran sus “lagartos de mascota”, los investigadores afirman que son las últimas mercancías de una larga red de tráfico de animales salvajes que se especializaba en capturar reptiles raros de América Latina en la naturaleza y luego pasarlos de contrabando a compradores de Estados Unidos, según una declaración jurada de orden de registro de teléfonos móviles presentada el miércoles en el tribunal federal de San Diego.
Los ejemplares vivos, contenidos en bolsas, incluían tres boas enanas, una serpiente falsa de ojos de gato de Uribe, una serpiente loro de la costa del Pacífico y cuatro lagartos de cabeza de cono, según los herpetólogos que los identificaron en el zoológico de San Diego.
Pérez, de 30 años y residente en Oxnard, ya estaba siendo investigado desde hacía varios meses, y el día anterior a su detención del viernes había sido acusado junto con su hermana por un gran jurado federal de Los Ángeles.
La acusación se refiere a una conspiración de tráfico de fauna silvestre que introducía reptiles de contrabando a través de la frontera entre Estados Unidos y México -en particular el corredor que une Juárez (México) con El Paso (Texas)- sin permisos legales.
Los animales, muchos de los cuales están catalogados como especies protegidas, se enviaban luego con frecuencia desde El Paso a Pérez y a otros clientes en Estados Unidos, según la acusación. También se acusa a Pérez de importar unas 30 tortugas de Hong Kong, así como de exportar otros animales a compradores de otros países, según la acusación.
En total, se acusa a la red de importar unos 1700 animales -entre tortugas, lagartos y crías de cocodrilo- por un valor de mercado de más de 739 mil dólares, según la acusación.
San Diego Union-Tribune
